viernes, 30 de noviembre de 2012

YA LLEGÓ DICIEMBRE

Y aquí en Ecuandureo queremos mucho a la madre del Señor, santa María de Guadalupe. Y desde el inicio del mes de diciembre -o sea, en unas horas más- nos levantamos más temprano que todos los demás días a alabarla, a cantarle y a suplicarle también. 


Nos acordamos emocionados de lo que cuenta el Nican Mopohua: que en el año de 1531, un sábado (igual que este año), habiendo salido muy de madrugada de su pueblo, llegó un indio llamado Juan Diego, ya amaneciendo, cerca del cerrito llamado del Tepeyac, y oyó cantar sobre el cerrito "como el canto de muchos pájaros finos: al cesar sus voces, sobremanera suaves, como que les respondía el cerro; sus cantos deleitosos sobrepujaban al del coyotototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos.
Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos, nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial? 
Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial.
Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían: JUANITO, JUAN DIEGUITO."

Y se sigue repitiendo la historia. Únete a la fiesta. Desde que estas cosas sucedieron, para el mexicano ser guadalupano es algo esencial. Te esperamos.  


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